TRANSLATE

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

jueves, 19 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 50. LA CONDICIÓN HUMANA (6. EN BUSCA DE UN FINAL FELIZ) (© JMPP 2013)




[50]
LA CONDICIÓN HUMANA
(6. EN BUSCA DE UN FINAL FELIZ)

     Debo de reconocer que a la hora de iniciar el último episodio de esta narración de hechos vitales muy sentidos me hallo en medio de un cruce de sentimientos diversos. Por un lado, siento una gran alegría por la coronación de un trabajo que no me ha resultado sencillo, aunque simplemente he intentado ser fiel a unas vivencias con signo muy diverso a lo largo de la narración. No haré un resumen de las diversas situaciones de todo signo que cuenta. Por otro lado, también siento una tristeza inevitable ya que no me pasa por alto que el final del libro anterior fue repentino e inesperado, a trece episodios del final previsto, por la desgracia que todas conocéis. Después Benito os dio a conocer, en un breve escrito, el porqué de mi silencio lleno de lágrimas. Junto a este sentimiento agridulce también siento mucha satisfacción porque creo que me ha quedado un relato apañadito. ¿No lo creéis así? ¡Ja ja ja! ¡Perdonad la inmodestia!
     Bueno, vamos a por lo que toca en el último episodio del cuarto libro y que es, básicamente, desvelar si tenemos un final feliz de los problemas que se produjeron entre mi madre y Manuel. Ya sabéis de lo que hablo, ¿no? La famosa escena de Manuel desabrochándole el cierre del sujetador a una mujer diferente a la suya. Recordaréis que intervine de mediadora en la pareja a requerimiento de una de las partes. Sí, Manuel estaba desesperado por no poder exponer sus razones a mi madre. En este momento clave de la narración, la pregunta que debemos responder es si la señora Mercedes accedió a hablar con él o no. Ah, y otra cuestión, más importante todavía, que se deriva de la anterior. Suponiendo que finalmente accediera a escuchar sus argumentos, ¿cuál ha sido la contestación de mi madre? Las respuestas a estas importantes cuestiones al volver de la publicidad. ¡Ja ja ja! ¡Perdonad! No he podido evitar la pésima broma. Y es que hoy estoy contenta. ¿No sé si se nota?
     Va, dejémonos de tonterías y vayamos al grano, nunca mejor dicho, porque el sábado por la mañana, con el bote de granos de arroz en la mano para ayudar a Paulina a preparar una de sus majestuosas paellas, oí que justo delante de la ventana de la cocina, que da a la carretera de la urbanización, frenaba aparatosamente un vehículo muy ruidoso e, inmediatamente después, el revelador ruido de sus puertas cerrándose me dio a entender que habían bajado dos personas. La altura me impidió ver de quién se trataba, aunque lo intenté. Pensé si era alguien que venía a visitarnos porque nunca nadie se detiene frente a la casa, sino es el jardinero. Pero éste no podía ser porque el sábado por la mañana no tiene costumbre de venir.
     Efectivamente se trataba de una visita inesperada. Y para las que lo habéis imaginado, debo confirmar que se trataba de mi madre y... Efectivamente, vino a visitarnos la pareja de la discordia. Pero, ¿venían con las paces hechas, a medio hacer o crudas?  ¡Ja ja ja! Esta pregunta no os la esperabais, ¿eh?

-¡Hola hija mía!
-¡Mama! ¡Qué maravillosa sorpresa! ¡Y vienes con Manuel! ¿Cómo debo entender vuestra presencia conjunta en mi modesto hogar?
-¡Entiéndelo como quieras! ¡Ja ja ja!
-Yo soy una mujer positiva y, por lo tanto, voy a pensar que ha habido reconciliación y queréis comunicárnosla llenos de ilusión y de alegría. ¿Me equivoco?
-Tú no sueles equivocarte nunca cuando aplicas la intuición, y ahora tampoco. Efectivamente, las cosas entre Manuel y yo han vuelto por donde solían antes del triste episodio y los dos somos muy felices de que sea así.

     Sí, mi madre estaba casi en un estado de euforia, pero para felicidad desbordada la que se podía leer en la cara de su acompañante. Tardó en abrir la boca, pero cuando lo hizo lo primero que quiso hacer fue agradecerme efusivamente mi intervención ante mi madre y me reveló cómo había sido que mamá terminara creyendo su versión de los hechos, aunque no le resultó sencillo.

-Tu madre es dura de pelar, pero afortunadamente pude demostrarle que yo decía la verdad con dos pruebas, básicamente. La primera fueron unos sujetadores iguales que los que se estaba probando la clienta el día de los controvertidos hechos. Le demostré cómo en algunas unidades defectuosas, como la que por error le suministré a mi clienta, se trababa el cierre y resultaba muy complicado de abrir. Ya me he quejado al fabricante, por cierto. ¡Sus malditos sujetadores estuvieron a punto de salirme carísimos! Tu madre pudo comprobar personalmente la dificultad de la acción de abrirlos. Pero, a parte de esta prueba, pude aportar una muy importante y fundamental.
-¡Caramba, Manuel! Parece que estemos en un juicio del Perry Mason. ¡Ja ja ja!
-Es que todo esto ha significado un trasiego muy grande para mí que no me ha dejado dormir ni de noche ni de día hasta que hemos podido arreglar las cosas. Lo he pasado muy mal y me consta que Mercedes también.
-No tengo ninguna duda y estoy muy feliz de veros aquí conmigo y a partir un piñón, como si nada hubiera ocurrido.
-De hecho ha acabado siendo positivo, Consuelo. Nos queremos más que nunca. Tu madre tiene un gran corazón.
-Me ibas a hablar de la segunda prueba concluyente, Perry...
-Sí, ¡claro! Ha sido fruto de la suerte, sin duda, y ha hecho ver a Mercedes que todo lo que yo decía era la pura verdad. Es, por así decirlo, una prueba tecnológica ya que se trata de la grabación de la conversación y de las imágenes de los momentos previos a la llegada de tu madre a la trastienda.
-¡Caramba! ¿Y cómo has obtenido una grabación como ésta?
-¡Pues milagrosamente! Resulta que la dependienta estaba manteniendo un video-chat con una amiga andaluza cuando llegué a su tienda para mostrarle las prendas. Le dijo a su amiga que esperara un rato y esta se dedicó a mirar la escena a través de la webcam del ordenador y, lo que es más importante, a grabarlo, supongo que para bromear después. ¡Una decisión genial!
-Sí, hija, en la imagen se ve claramente cómo la chica está un buen rato intentando desabrocharse los sujetadores sin éxito. Se queja en voz bastante alta propósito de lo poco que le gusta ese tipo de cierre y que las clientas quieren cosas prácticas y sencillas. Entonces llama a Manuel y éste entra en escena y comienza a intentarlo sin demasiado éxito mientras le explica que no es normal y que claramente tiene un defecto de fábrica y que ya hablará con el fabricante.
-Exactamente eso es lo que pasó, Consuelo. Lo ha explicado muy bien Mercedes. Qué suerte que la chica andaluza se dedicara a grabarlo y lo conservara. Puede haber salvado nuestra relación con su gesto, sin saberlo.
-Pues casi seguro, Manuel, porque yo no me creía de ninguna manera tus explicaciones. Perdona, pero pensaba que tenías mucha cara y que ibas desabrochando sujetadores, y otras cosas, a todas tus clientas. ¡No queráis saber qué barbaridades me he imaginado!
-¡Déjalo, cariño! Es agua pasada y, afortunadamente, todo ha vuelto a su lugar y hasta ha ido un poco más lejos... ¡Ja ja ja! ¡Qué contento que estoy!

     Ese "todo ha vuelto a su lugar y hasta ha ido un poco más lejos" de Manuel, seguido de una sonrisa pronunciadamente socarrona, me sorprendió un poco y me hizo pensar que podíamos tener alguna novedad inesperada. ¿Qué mejor que invitarlos a comer para averiguarlo? ¡Un poco más de arroz en la paella y listos! Y, efectivamente, después del almuerzo, acompañados de un dulce postre, recibimos una noticia que no desentonó nada con el alimento que estábamos engullendo alegremente.

-Manuel y yo os queremos dar una noticia que nos llena de alegría, queridos Consuelo y Benito.
-¿Más novedades, mamá?
-Sí, y no poco importantes.
-Ay que me lo veo venir...
-¿Ah sí? ¿Y qué es?
-Pues que os habéis comprado otro 124 del año de la pera para sustituir el que se quemó aquí delante precisamente...
-¡Ja ja ja! ¡Que graciosa es tu hija, Mercedes!
-¡No hija mía, no! Visto el resultado, esto más que una buena noticia sería una pesadilla.
-¡Ja ja ja! Di di, mamá. ¿Cuál es esa noticia tan importante?
-¡Pues que Manuel y yo nos casamos!
-¡Oh, mamá! ¡Qué feliz que me has hecho! Pensaba que hoy ya había alcanzado el máximo de felicidad diario, pero esto ya es el colmo
-Yo también estoy muy, muy feliz. Manuel se presentó con un anillo de compromiso, precioso como puedes comprobar...
-¡Oh! ¡Es maravilloso!
-Y no me pude resistir.
-¡Fantástico, madre! Y el casamiento, ¿para cuándo y dónde? Que no se os ocurra hacerlo en la Almudena, eh! ¡Yo no voy!
-¡Ja ja ja! ¡No hija, no! Más cerca y más nuestro. Nos casaremos, ni más ni menos que en Santa María del Mar de Barcelona, de aquí medio año. ¿Qué tal?
-¡Oh, madre! ¡Qué lugar más adecuado y más extraordinario! ¡Qué satisfacción más total!

     ¿Qué os parece este final para un libro que pretendía ser, sobre todo, optimista y mirar hacia la inmensidad de nuestras modestas vidas? ¡No os quejaréis, eh! ¡Un final feliz y de categoría! ¡Y con el anuncio de una gran y entrañable boda en un marco incomparable, como inmejorable colofón! ¡No podíamos terminar de forma más excelsa! ¡O al menos no se me ocurre algo mejor!

FIN
DE
CONSUELO [4]

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LA LECTURA!

martes, 17 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 49. LA CONDICIÓN HUMANA (5. HABLANDO Y BEBIENDO LA GENTE...) (© JMPP 2013)



[49]
LA CONDICIÓN HUMANA
(5. HABLANDO Y BEBIENDO LA GENTE...)

     El encuentro con Marcelo y Raquel tuvo un inicio lleno de miradas de desconfianza hacia mi persona y repleto de abrazos, besos, mimos y demás muestras de cariño sin límites entre ellos. ¡Que viva el amor, si es real, claro! Os juro que parecían una pareja de recién casados, o unos jovencitos tomados por ese primer amor que todos hemos disfrutado, o sufrido, y que deja huella en nuestra vida. ¿A vosotras no os parece sospechosa, en general, la exageración en las muestras de cariño? De acuerdo que querían demostrarme, sobre todo ella, que son una pareja de enamorados sin fisuras por si las moscas, pero incluso teniendo en cuenta su pretensión todo aquel espectáculo me pareció fuera de lugar. Unas cuantas copas de más resolvieron mi duda. Ya sabéis lo que pasa cuando se bebe demasiado, ¿no? Por eso yo no he sido nunca partidaria de beber en una reunión, y menos delante de un mantel. La lengua se desboca y pronuncia palabras que pueden pagarse muy caras. Exactamente eso les pasó a Raquel y a Marcelo, atrapados en un mar de vino caro, pero vino, que por poco les ahoga. Copita tras copita, su inmoderación verbal comenzó a tomar un cariz revelador muy desagradable.

-Mira, Marcelo. Te parecerá muy normal, pero yo no veo bien estas amistades entre hombres y mujeres que se dan en las redes sociales. Ya lo hemos hablado muchas veces, pero creo que tengo toda la razón. Empieza con un ¡ji ji ji!, ¡ja ja ja! y acaba con unos cuernos como una catedral para las parejas de turno. La verdad es que no me gusta nada que hagas amistades femeninas en el XOXXIAL este. No estoy tranquila porque eres como eres...
-¿Qué quieres decir con esto, mi amor?
-¿Crees que no me he fijado que a veces me escondes lo que estás escribiendo cuando me acerco a la pantalla?
-Pero Raquel, ¡la intimidad es la intimidad!
-¿Y desde cuando tenemos secretos el uno para el otro?
-¡Desde siempre! Algún secretillo es bueno tenerlo, ¿no mujer?
-¡Pues no me parece bien, Marcelo! Yo te lo explico todo y tú parece que tienes cosas que no me has contado. ¡Eso no me gusta!
-¡Pero, mi amor! En esta vida no se explica todo, ¿no?
-Bueno, yo sé cosas pero prefiero callar...
-¿Qué cosas sabes, Raquel? Ahora no sé de qué hablas.
-Pues que me he fijado como miras a las mujeres y... ¡Te gustan todas!
-Soy un hombre. Debe ser normal... ¿Y cómo me las miro?
-Pues te salen los ojos de las órbitas. Concretamente con una que hablas muy a menudo y que ya me está preocupando...
-¿Con quién? Ahora sí que me estás poniendo nervioso, Raquel. ¡Habla claro, por favor, mujer!
-¡Y tan claro! ¡No me gusta que pases tantas horas con Magdalena! ¡No creo que sea bueno para nuestra relación!
-Pero si es mi compañera de trabajo en la oficina. ¿Qué quieres que haga? Tendremos que hablar, ¡digo yo!
-Sí, pero para hablar no hace falta que os agarréis del brazo, como yo he visto con mis propios ojos alguna vez cuando he aparecido en la oficina por sorpresa. ¡No me gusta nada, Marcelo!
-Tenemos una buena amistad y bromeamos de vez en cuando... Pero lo que no encuentro correcto es que te pongas celosa de todo y, mientras tanto, haces lo que te place sin pensar en mí... A eso se le llama hipocresía…
-¿Qué estás insinuando?
-¿Crees que no me he fijado en las miradas que le lanzas al jovencito que trae las garrafas de agua a casa?
-¡Oh, Dios mío! Si podría ser mi hijo... o más bien el tuyo. ¡Que tú eres mucho mayor que yo, y además se nota! ¡Calvo y con barrigón! Si te hubieras cuidado más estos años no me fijaría tanto en los chicos de buen ver y musculosos... ¡Te has abandonado mucho, Marcelo! ¡Admítelo!
-¡Mejor me callo! Ni que estuvieras tan fantástica, ¿eh? Que yo te he visto en paños menores y sin paños, lamentablemente, también...
-¡Oh, Marcelo! ¡Qué cosas que explicas delante de estos desconocidos! ¡Eres un insolente! ¿Qué pensarán de ti? ¡Estás quedando como un idiota!
-Pues no será que tú estés quedando muy lucida, precisamente. Consuelo y yo por poco no nos podemos ver por tus celos desbocados. Menos mal que tuve la gran idea del encuentro de las parejas, que si no...
-Así que todo ha sido un plan para veros. ¿Qué hay entre vosotros? Me estáis engañando, ¿verdad? ¿Crees que me chupo el dedo? Estáis enamorados y antes de que me dé cuenta me echarás de tu vida. ¿Me equivoco?
-¡Estás loca, Raquel! ¡Necesitas ayuda psiquiátrica urgente! ¿No te das cuenta?

     ¡Qué espectáculo más lamentable, amigas que me leéis! Finalmente se vio el porqué de la exageración. No son precisamente una pareja modélica y en su seno se esconde una crisis latente que el encuentro sirvió para poner sobre la mesa, nunca mejor dicho. Si realmente fueran una pareja con raíces fuertes, el primer encuentro, el bueno, entre él y yo, se habría producido sin más novedad ni problema. Después cada uno se habría vuelto a su casa y todos felices. ¡Pero no! Estábamos ante una pareja con fuertes problemas y, como podéis imaginar, no quise entrar en la provocación lanzada por la mujer y, tras unas breves palabras, Benito y yo abandonamos el encuentro convencidos de que era lo mejor para todos.

-¡Siento mucho oír según que cosas, Raquel y Marcelo! Benito y yo habíamos venido a conoceros sin más pretensión que pasar un rato alegre y agradable. Sin embargo, las cosas se han torcido desgraciadamente y lo siento mucho. Creo que lo más oportuno es que os dejemos a solas para que podáis reflexionar conjuntamente sobre las decisiones que debéis tomar urgentemente para que la pareja siga adelante con la fortuna que os deseamos de todo corazón. A pesar de este final poco afortunado, ¡gracias por el rato que habéis compartido con nosotros!


     Y ante su mirada ausente, abandonamos el local convencidos de que era el mejor final para la velada, al menos por nuestra parte. No sé cómo terminó la noche para ellos, pero sí sé que antes de que cruzáramos la puerta del restaurante, Raquel y Marcelo ya estaban enzarzados en una discusión no precisamente muy edificante. ¡Qué lamentable! Es la vida de las parejas que, como todo, vive momentos de gloria y de derrota. La suya no parece que esté pasando los mejores momentos, precisamente. Y dentro de este ambiente, mi amistad con el sufrido marido de la celosa Raquel recibió, como podéis imaginar, una cuchillada mortal. ¡Que desastre y que pena!

lunes, 16 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 48. LA CONDICIÓN HUMANA (4. HABLANDO Y RAZONANDO, LA GENTE SE ENTIENDE) (© JMPP 2013)



[48]
LA CONDICIÓN HUMANA
(4. HABLANDO Y RAZONANDO, LA GENTE SE ENTIENDE)

     Sí, hablando, y sobre todo razonando, la gente se entiende. He añadido este "razonando" a la famosa expresión porque me parece fundamental. No sé si os ha ocurrido nunca de estar hablando horas y horas con una persona sobre un tema preocupante que afecta a las dos partes y descubrir, al final de la conversación, que no ha servido para nada. Sí, se ha hablado un montón, pero ¿se ha razonado o simplemente se han mantenido las posiciones invariables? Bueno, generalmente intento valorar los argumentos del otro, pero también reconozco que a veces están tan alejados de los propios que renuncio finalmente a modificar los propios ante la muralla que encuentro delante.
     Bueno, toda esta introducción quizá algo sobrante (¡Si saco todo lo que está de más en el libro quizá sólo quedará la portada!) pretendía dar pie a la narración del intento de resolución de un problema que os presenté hace poco que tenía a mi amigo Marcelo como principal y, triste, protagonista. Recordaréis que usé palabras pomposas, y quizás tal vez un poco exageradas, aunque con una base cierta, para definir la situación que había vivido como de discriminación por razón de sexo. Pues bien, las cosas, como os avanzaba, se han intentado encauzar este mismo fin de semana con esfuerzo por las dos partes.
     El sábado por la mañana recibí una llamada de un hombre que había caído en pocas horas desde el lugar de privilegio donde tengo las buenas amistades de XOXXIAL, hasta el cajón de las menos tratadas, dado el caso que ya conocéis. Sus palabras reconciliadoras realmente me supusieron una alegría porque me sabía muy mal el callejón sin salida en el que había entrado nuestra amistad, pero si no se quería "rebajar" a verme por miedo a que su mujer se inquietara yo no podía hacer nada. Me entendéis, ¿no?

-¡Hola, Consuelo! Este mal momento que pasa la que, no hace mucho tiempo, era una buena amistad me está enfermando. Yo no quería que las cosas se torcieran así pero me vi obligado a tomar una determinación nada fácil...
-Bueno, tú elegiste dejarme de lado para no incomodar a tu mujer. Lo cual se entiende perfectamente porque lo último que querría es causar ningún problema en tu matrimonio. Precisamente por eso, porque yo no busco nada más allá de una buena amistad, me ha molestado profundamente que me tomarais por una fresca que va detrás de un hombre casado. Yo tengo mi pareja y estoy muy contenta y profundamente enamorada. No te ofendas, pero tú no eres el tipo de hombre que vería bien como pareja, aunque no tuviera. Se puede ser un magnífico amigo, pero no encajar como hombre con el que una se acostaría. ¿De acuerdo?
-Te entiendo perfectamente y valoro mucho tu franqueza. Yo sólo quería decirte que había pensado hacerte un desagravio proponiéndote un encuentro de los dos matrimonios en algún local de Barcelona. Los cuatro ante un mantel y alguna delicia culinaria podemos conseguir limar las tensiones creadas en nuestra amistad y ensancharla a nuestras parejas. Mi mujer es una persona excepcional. Creo que os podríais hacer buenas amigas.
-Tu propuesta me parece un paso adelante muy interesante, Marcelo. Realmente valoro tu intento de llevar las cosas de vuelta a donde estaban y de donde no tenían que haberse movido nunca. No sé, sin embargo si es una solución buena porque cuando una persona es celosa puede ver cosas extrañas en cualquier momento y situación. Tu mujer puede pensar que estamos tan desesperados por vernos que incluso estamos dispuestos a montar un encuentro de matrimonios para hacerlo posible.
-Sí, tienes razón. Existe ese riesgo, pero es la única manera de vencer este inconveniente que injustamente te imposibilita de conocerme, de conocernos. Debo decirte que ya le he dejado caer la idea y mi mujer se ha mostrado abierta al encuentro. Seguramente que quiere inspeccionar el terreno, no te lo puedo negar. Esto te puede incomodar un poco, pero tienes que entender que me quiere mucho y no me quiere perder. El sentimiento de los celos es incontrolable y hay quien lo tiene más desarrollado y quién menos. Ella es de las que se le desborda fácilmente, como ya sabes.
-Bueno, aunque sea por el gran esfuerzo que has puesto para hacer posible que nos conozcamos personalmente, no me puedo negar. Si tu mujer me quiere mirar con lupa, que me mire. Yo, por mi parte no tengo ningún inconveniente en participar en el encuentro, pero yo no llevaré lupa, como tampoco lo hará mi querido Benito.


     Y, finalmente, el encuentro se realizó. ¿Qué opináis? ¿Creéis que fue bien la cosa? ¿Hubo escena de celos? ¿Surgieron tensiones y problemas diversos? ¿Hubo interrogatorios? Será mejor que sigáis leyendo y veréis cómo empezó y, sobre todo y más importante, cómo terminó el encuentro.
     La cita entre las parejas se inició ante la puerta de un restaurante del centro de Barcelona. Lo primero que me quedó claro es que si Marcelo se caía por los suelos no sería porque no lo tuviera bien sujeto su mujer. ¡O se caían los dos, o no se caían! Pensaba que no lo soltaría ni para saludarnos y darnos el abrazo de rigor y unos besos. Extrañamente lo dejó durante unos segundos mientras hacíamos el, aun así, entrañable saludo. Me alegró mucho verlo en persona y hasta estoy por decir que las caras de desconfianza de su mujer mientras él y yo cruzábamos palabras amables me pasaron por alto dada la emoción de encontrarme al amigo cara a cara después de los problemas surgidos. Bueno, me pasó sólo un poco por alto, como se puede comprobar de mis palabras.
     Aunque parezca increíble, teniendo en cuenta los antecedentes, Marcelo pudo comer sin ayuda de su mujer que, por cierto, se mantuvo toda la comida a un escaso palmo de su marido, aunque la mesa era para seis, como mínimo. Más de una vez recibió un supuestamente accidental -¡y merecido!- codazo de su marido en la dura tarea que mi amigo tenía por delante a la hora de cortar el entrecot que tenía en el plato.
     La parejita, en una conversación iniciada por Raquel, hizo una demostración de amor mutuo exagerado que Benito y yo no empezamos a aplaudir fervientemente por respeto a los demás comensales del local.

-¡Marcelo y yo somos una pareja muy feliz! Yo lo quiero con locura y él a mí me idolatra. ¿No mi amor?
-¡Claro, querida! Yo no sería nadie sin ti. ¡Soy un hombre tan afortunado de tenerte!
-¡Y yo también, azucarillos mío! Soy la mujer con más suerte del mundo y no quiero perderte nunca. Como dijimos el día de nuestra boda, "hasta que la muerte nos separe" ¿A que sí, mi amor?
-¡Claro, palomita mía!

     Tenía la impresión de haberme caído, por accidente, dentro de la trama de una novela rosa barata. ¡Qué exageración Dios mío! Y lo más gracioso y lamentable era ver las caras que ponía la mujer, dirigidas a mí, mientras iba afirmando su amor absoluto e insobornable por su marido. Unas miradas que, convertidas en palabras, podríamos resumir en algo parecido a: "¿Te has fijado bien en cómo nos queremos?". "¡Que no se te ocurra pasarte ni un pelo o defenderé mi amor por Marcelo con uñas y dientes!" No me diréis que no tenía gracia la situación, por decirlo con buen humor.

     Hablando de comidas, está a punto de llegar a casa el hombre más maravilloso del mundo. El hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida. Sí, el bombón más dulce de la bandeja. Y de bombones últimamente entiendo, ¿eh? ¡Ja ja ja! Creo que voy a lavarme los dientes urgentemente. ¡Tanta dulzura no puede ser buena! El próximo día os acabo de contar el encuentro. Queda aún alguna anécdota más antes que os desvele cómo terminó la cita a cuatro. ¡No os lo perdáis! Es el penúltimo episodio del libro. Parece que fue ayer que empecé llena de ilusión a escribir las primeras frases del libro cuarto. ¡Y mira si han pasado cosas mientras! Si lo leyera en una novela pensaría que es todo inventado. ¡O casi todo!¡De verdad os lo digo!

sábado, 14 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 47. LA CONDICIÓN HUMANA (3. EL PORQUE DE LA RUPTURA) (© JMPP 2013)




[47]
LA CONDICIÓN HUMANA
(2. EL PORQUE DE LA RUPTURA)

     Reconozco que hoy, que en estos días, estoy pasando unos momentos complicados y que moralmente no estoy en la mejor forma posible para encarar la segunda parte del embarazo. El episodio terrible de don Eusebio, la ruptura sentimental de mi madre y Manuel más el final de una buena amistad virtual por el solo hecho de intentar que dejara la pantalla del ordenador por un rato y se convirtiera en real, ha hecho mucha mella en mi moral. ¡Demasiada matraca en tan poco tiempo! Para postre, esta mañana he estado hablando un buen rato con mi madre. Bueno, de hecho la que ha hablado prácticamente todo el tiempo ha sido ella. Se ha desahogado conmigo después de unos días muy difíciles para ella. ¡No puedo decir que haya salido reforzada moralmente del encuentro, precisamente!

-Todavía no he hablado con nadie de cómo fue todo, pero sinceramente necesito que alguien me escuche, hija. Lo he querido pasar sola, pero no puedo más. Aquel desvergonzado me engañaba con una dependienta de una corsetería del centro de Barcelona. Y lo vi con mis propios ojos. ¡Como lo oyes!
-¡Oh madre! ¡Debías quedar deshecha ante la imagen...
-Sí hija, una imagen que no podía creer. Resulta que fui de tiendas por si encontraba un bañador para bañarme en la piscina nueva que han puesto en el barrio. Dicen que a la gente mayor les va bien nadar. Pues mira por dónde, buscando y rebuscando algún estampado que me gustara fui a parar a una corsetería que en el escaparate anunciaban rebajas en los bañadores. La verdad es que la tienda estaba bastante abandonada, con poca luz y no demasiado género expuesto. ¡Ahora lo entiendo! La dependienta tenía demasiado trabajo en la trastienda como para preocuparse de tener la tienda en condiciones.
-¡Ya me lo veo venir!
-¡Pues sí! Entré en la tienda sin hacer demasiado ruido. ¡Ya me conoces! Y después de esperar sin fortuna me asomé por la ranura de la puerta entreabierta que separa la tienda del almacén. Lo que vi me dejó en estado de shock, lo reconozco. Estaba Manuel, detrás de la dependienta medio desnuda y desabrochándole con pasión los sujetadores. ¿Te parece normal?
-¡No, madre! ¡Me parece indignante!
-Cuando lo vi solté un grito terrible que los alertó de mi presencia allí. La dependienta, con toda desfachatez, me dijo que la dispensara un momento y que saldría inmediatamente después de terminar de probar un género nuevo que le había llevado el representante.
-¡Qué cara más dura, madre!
-¡Sí, muy dura! Y hablando de caraduras, Manuel se quedó blanco y sin palabras. Bueno, sí, dijo lo que se suele decir en estos casos.
-No me digas que dijo que "no era lo que parecía". La verdad es que había para matarlos y rematarlos.
-Tuvimos suerte que no iba armada, hija mía. Te lo digo con el corazón en la mano. Podía haber cometido un auténtico disparate que a estas alturas estaría lamentando profundamente. Me estoy haciendo a la idea de que lo he perdido para siempre, aunque me cuesta un montón. Pero como tú comprenderás yo no podía seguir con esta relación. Si Manuel quiere dedicarse a probar el género con las clientas que lo haga siempre que quiera, pero que conmigo no cuente para hacer de comparsa.
-Y él, ¿qué explicación da a su actitud, aparentemente deplorable?
-¡No lo sé ni me importa! Con una desvergüenza impresionante decía que sólo estaban probando el género y que es habitual que las clientas se quieran asegurar que son buenas piezas y confortables. Y yo me pregunto si no lo pueden probar solitas. ¿Necesitan la asistencia de un hombre? Me pregunto hasta dónde puede llegar su cinismo. Si llego a tardar unos segundos más los habría encontrado probando tangas, su prenda de ropa interior preferida. ¡No tengo ninguna duda! Al menos me ahorré el espectáculo de cosas peores para mis ojos de mujer traicionada.
-¡Todo esto es muy lamentable, mama! Si te buscas otro hombre que sea representante de corbatas...
-¡Ja ja ja! ¡Eso mismo! Ahora me has hecho reír. No sé cuántos días hacía que no me reía. ¡Gracias hija!

     He visto una mamá que a pesar del dolor está muy entera. Una mujer de su edad ya las ha vivido de todos los colores y, a aunque tiene el corazón roto, está flotando poco a poco, como puede. Ciertamente la ha reconfortado mucho poder hablar conmigo. Ella misma me lo ha dicho y me ha hecho sentir feliz por poder ayudarla. Afortunadamente, me tiene muy cerca. Y, como sabéis, no es lo mismo tener una conversación sobre temas esenciales cara a cara que a través del frío hilo telefónico.
     Esta misma tarde, como si de una encuesta judicial se tratara, he tenido la versión de la otra parte. No es que me haya dedicado a buscarla para contrastar las opiniones, lo que siempre se debe hacer antes de emitir un veredicto, sino que la parte "querellada", por decirlo en términos judiciales, se ha presentado en nuestra casa de Mataró para darme a conocer su versión y sus sentimientos a propósito de la traumática ruptura de la pareja.

-Todo ha sido un gran y terrible malentendido, Consuelo. De ninguna manera pretendía poner la mano sobre aquella clienta. Respeto mucho a las señoras, y si son las que me dan de comer aún más. Sólo tengo ojos para tu madre. Pero ahora ha cortado todas las vías de comunicación entre nosotros y yo ya no sé cómo hacerle entender que se ha imaginado cosas que no son de ninguna manera.
-Pero te vio desabrochándole el sujetador a la dependienta. ¿Que no lo podía hacer sola? Ya es mayorcita, ¿no? Yo no necesito que nadie me ayude. Me parece que lo que cuentas son burdas excusas, si me permites que te lo diga.
-No son excusas. Es la pura verdad. Yo estaba esperando en la tienda a que se acabara de probar la pieza de muestra y me llamó porque, según ella, no se aclaraba con el cierre. Justo entonces llegó tu madre y nos encontró en una situación que realmente considero que puede inducir a pensar muy mal. No culpo a tu madre de la decisión que ha tomado, pero simplemente quisiera que abriera puentes de diálogo y que me dejara explicarle lo que te acabo de explicar a ti. Por eso he venido. Tengo un gran vacío en el corazón desde el día en que se rompió nuestra bonita relación. Yo quiero mucho a tu madre y lo estoy pasando también muy mal.
-¡Bueno! Hablaré con ella y le haré saber lo que me acabas de contar. Que decida mi madre si quiere hablar contigo sobre el tema. Yo no puedo hacer nada más, como simple intermediaria. Prefiero no valorar tu versión de los lamentables hechos. Que lo haga ella.
-¡Gracias Consuelo! Ojalá consigas que me escuche. No pido nada más ahora mismo. Que oiga mis razones. Es la pura verdad y quiero sacarle de la cabeza la falsa idea de que yo voy por las tiendas aprovechándome de las clientas. Es un género realmente delicado de vender, sobre todo porque soy un hombre que se pasa el día tratando con mujeres sobre prendas íntimas. Debe de comprenderlo.


     No os negaré que el talante y las palabras de Manuel han sembrado dudas sobre la veracidad de la teoría de mi madre. No parece descabellado pensar que pueda incluso ser cierto. Pero yo, como le dije a Manuel, no puedo ir más allá de informar a mamá y lo he hecho tan pronto como aquella triste figura ha abandonado la casa. Sí, se le ve hundido. Ciertamente la debe de querer mucho porque está haciendo un gran esfuerzo para comunicarse con ella y arreglar las cosas haciendo valer su versión como buena. ¿Pero es tan santa realmente como nos quiere hacer ver? ¡Quién sabe! A ver qué decide mi madre. Ahora la pelota está en su tejado. Veremos si la recoge y la devuelve a Manuel o la tira al cubo de la basura. Conozco muy bien a mi madre y os digo que es capaz de cualquier cosa, aunque es muy cabezota. Manuel, en este aspecto, lo tiene crudo.  

jueves, 12 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 46. LA CONDICIÓN HUMANA (2.DISCRIMINACIÓ POR RAZÓN DE SEXO) (© JMPP 2013)



[46]
LA CONDICIÓN HUMANA
(2.DISCRIMINACIÓ POR RAZÓN DE SEXO)

     ¿Os ha ocurrido alguna vez en vuestra vida no poder ver a una persona considerada amiga por el solo hecho de que es del sexo contrario? Mejor que no os pase porque es de lo más desagradable. Me parecía que esta lamentable discriminación, en pleno siglo XXI, en una sociedad creída abierta y democrática, era poco frecuente, pero estos días he descubierto que una barbaridad así, que va en contra de cualquier constitución democrática y de cualquier razonamiento igualitario, pasa más a menudo de lo que pensaba. De hecho, lo he probado en las propias carnes y me ha sabido muy mal. Pero yo no me he callado, ¡eh! Y ya sabéis qué pasa cuando dentro de una amistad, o fuera de ella, das a conocer abiertamente lo que opinas, por muy educadamente y respetuosamente que lo digas. Sí, en la mayoría de los casos pierdes la amistad, o queda muy debilitada, y te quedas con cara de tonto pensando que la víctima, paradoxalmente, acaba siendo vista como el verdugo de aquella relación.
     Dentro de las muchas amistades de ambos sexos que tengo en XOXXIAL, hay una que consideraba especial por el hecho de que esa persona (Y fijaos que digo " persona", no hombre, ni mujer.) hasta ahora me había tratado con mucha corrección y se había mostrado muy atento conmigo. También yo lo he tratado de forma especial y he tenido largas conversaciones que han sido muy enriquecedoras, aparte de compartir agradables ratos llenos de buena música, bellas fotos y escritos poéticos. Pues bien, esa persona vive en Barcelona y creí oportuno pedirle de conocernos personalmente ya que. al vivir cerca y visitar a menudo la capital me era realmente mucho más sencillo que cuando vivía a 550 kilómetros. Pues bien, su respuesta fue absolutamente sorprendente y hasta diría que delirante.

-Ya me perdonarás, Consuelo, pero mi mujer no ve bien que nos veamos.
-¿Cómo? ¿Lo he leído bien?
-Es muy celosa y cree que hay alguna intención extraña en el interés que tienes por conocerme. Yo sé que tú tienes tu pareja, que la quieres mucho y que no buscas más que saludarme y charlar un rato, pero ella es muy desconfiada...
-Perdona, Marcelo, pero lo que me acabas de decir no me entra en la cabeza. ¿Me estás diciendo que por el solo hecho de yo ser una mujer y tú un hombre tengo vedado el paso a conocerte personalmente porque tu mujer presupone que yo bebo los vientos por ti?
-Sí, se podría decir así…
-¡Vaya hombre! ¿No te das cuenta que me estáis discriminando por razón de sexo? ¡Es absolutamente intolerable! ¡No puedes permitir esta actitud de ninguna manera! Te tiene en un puño y te maneja como quiere. Realmente tenía otro concepto de ti. Creía que tenías más personalidad. Si siempre que tu mujer pone mala cara por algo que tu libremente decides hacer sin perjudicar a nadie te bajas los pantalones acabarás agarrando una pulmonía porque ya no te los subirás nunca más.
-¡No me gusta lo que me estás diciendo! Mi mujer no me mueve como un muñeco, como parece que insinúas. Simplemente pasa que no quiero incomodarla y, por lo tanto, siento decirte que no podremos vernos ni ahora ni nunca.
-Bien, bien. Intentaremos seguir con la amistad en la red y procuraré olvidar que me habéis discriminado de esta manera, aunque ya te puedo adelantar que no sé si lo conseguiré. Hay cosas que son muy difíciles de digerir, y esta apunta a indigestión y de las gordas. ¿Crees que una buena amistad puede cojear de esta manera? ¿Puede considerarse amistad una relación entre dos personas que se auto-impiden verse porque un tercero sufre un delirio de susceptibilidad y de sospecha? Permíteme que te diga que eso no es una amistad. No puede haber desconfianza entre dos amigos. Y de forma directa, o inducida por tu mujer, me estás demostrando una gran desconfianza que sinceramente me ofende profundamente. Vamos a tomarnos un tiempo de reflexión sobre la situación que está manchando gravemente lo que era una amistad brillante, divertida, ilusionante y hasta enriquecedora. Simplemente estoy decepcionada. Espero que lo entiendas, Marcelo.

     Sí, efectivamente, esta inesperada respuesta de Marcelo me ha molestado pero he intentado superarlo pensando en los buenos, magníficos momentos que hemos disfrutado en XOXXIAL. Está claro que la amistad se ha visto duramente perjudicada y que a día de hoy está en stand by. La amistad de verdad es un "ser" frágil que debe cuidarse con máxima atención y dedicación. Mi amistad con Marcelo ha recibido un varapalo del que difícilmente sobrevivirá  Me quedaré, como decía, con el recuerdo de los magníficos momentos vividos juntos. Es mi filosofía de vida. Ya he tenido demasiado malos momentos, mucho más negativos que el que os he explicado, como para dejarme agobiar por anécdotas como ésta. Bueno, quizás no es una anécdota que te discriminen por razón de sexo, de raza o de creencia religiosa. ¿No os parece?

     Hoy no os he hablado de mi madre y de su ruptura con Manuel porque no hay novedades. Mañana voy a verla de nuevo y voy a intentar averiguar, con delicadeza, como fueron exactamente los hechos que desencadenaron la ruptura con el hombre que gasta tanga... femenino. ¡Ya os contaré! Es que el tema de las relaciones humanas es muy complicado, amigas. Quizás ya os habíais dado cuenta.


lunes, 9 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 45. LA CONDICIÓN HUMANA (1. INFIDELIDAD Y RUPTURA) (© JMPP 2013)



[45]
LA CONDICIÓN HUMANA
(1. INFIDELIDAD Y RUPTURA)

     Lo hablaba con una amiga mallorquina de XOXXIAL hace un rato. Parece como si en este mundo el estado natural de las cosas sea el caos. Nos pasamos la vida esforzándonos para vencer el desorden, pero cuando te descuidas un poquito todo vuelve a su “caótica normalidad". Es como intentar enderezar un muelle. Cuando crees que lo tienes a tu merced te das cuenta de que en realidad volverá a su posición inicial en el momento que no puedas mantener más la tensión. ¿Por qué os he soltado estas obviedades al iniciar el episodio? Bueno, no sé si está demasiado bien encontrado el paralelismo pero quería que sirviese de introducción al escabroso tema que trataremos hoy y que no es otro que la supuesta y presunta infidelidad de Manuel. El orden de su relación con mi madre, basada en la confianza mutua se ha subvertido gravemente y el caos -de la mano de un hombre y de las debilidades inherentes a su condición- ha arruinado finalmente lo que era una pareja que parecía bien avenida y que había reavivado mi madre y la mantenía ilusionada como a una niña de 15 años. Está claro que cuando entregas tu corazón a una persona es posible que no lo sepa tratar y hasta lo dañe. ¿Es este el caso que nos ocupa? Mejor lo juzgáis vosotras mismas a partir de la conversación que he tenido esta mañana con mi madre y presunta víctima de la infidelidad de su "joven" pareja.
     Mamá me ha recibido en su casa con una cara que le llegaba a los pies. Como yo misma, no había dormido en toda la noche. Para ella se trata de un drama enorme porque había depositado toda su confianza en su amado. ¿Es sensato confiar ciegamente en un hombre? ¿Y en una mujer? Debería serlo, pero hay una cosa de la que no podemos huir de ninguna manera. Nuestra condición humana nos puede llevar a cometer auténticas barbaridades en cualquier momento, aunque hay quien es más propenso o, quizá mejor, hay momentos de nuestras vidas en que, sin quererlo, nos hallamos más cerca de caer en el abismo, que en otros. Yo misma confieso que he tenido instantes de debilidad ante la figura de hombres que me han encantado a pesar de estar casada. Si me habéis seguido recordaréis el caso, sin ir más lejos, del madrileño Isidro en la Manga del Mar Menor. No terminó en nada porque las circunstancias me ayudaron a huir del peligro, pero ¿y si la pequeñita Carla no se hubiera puesto enferma? No me importa reconocer mi debilidad. Todos podemos tenerla. También los que se presentan como insobornables y con una voluntad pétrea. Y ahora ya no hablo sólo de situaciones donde interviene el instinto sexual de las personas.

-¡Hija mía querida, estoy desolada! Ahora mismo quisiera morirme. Creo que todo lo que tenía que hacer en este mundo ya está hecho. Estoy convencida de que la época de las alegrías y la felicidad ya ha quedado atrás. ¡Siento un vacío tan grande en el corazón! El hombre que más quería me ha engañado vilmente. Una traición que no puedo perdonar de ninguna manera. ¿Qué ha sido de sus promesas de amor eterno? ¿Qué significado tienen ahora sus alabanzas sin fin, de mi persona? ¿Dónde están sus palabras entregadas a hacerme creer que nunca había querido a nadie como a mí? Y cuando decía que yo era única y maravillosa, ¿por qué tanta mentira si mientras tanto en la trastienda de una sucia corsetería se burlaba de mí en brazos de una mujer que podría ser su hija? ¿Por qué tanta vileza detrás de una fachada de grandiosidad humana?
-¡Mama, lo siento mucho! ¡En serio! Me pone muy triste oírte y verte así. Quizás no tienes a Manuel, pero me tienes a mí y a toda la familia que te queremos con locura. ¡Eres maravillosa mamá!
-Gracias hija, pero había depositado tanta ilusión en esta relación. ¡Eran tantos, los años de soledad! Con él había llegado la alegría a mi corazón. Con él tenía sentido levantarse cada mañana y vivir intensamente cada instante, sabiendo que mi vida se acaba. ¡Soy una mujer vieja, Consuelo! Quería terminar mis días volviendo a sentir las sensaciones maravillosas que nos proporciona el amor. Pero ahora todo se ha acabado. Sí, tengo vuestra valiosa estimación y vuestra comprensión, pero el amor de una pareja es otra cosa. Tú tienes a tu amado a tu lado y tendrás una hija maravillosa, pero las largas jornadas de soledad en casa se me hacían eternas. Sentirse amada por un hombre no es comparable a ninguna otra cosa en la vida. Desde la muerte de tu padre había estado tan sola, hija mía... Tú por tierras de Alicante y tu hermano en el extranjero des de hace muchos años.  Y yo, día a día, enfrentándome al recuerdo de un pasado feliz que creía que nunca volvería. Entonces llegó Manuel a mi vida. De golpe todo tomó un color diferente y la alegría inundó mi corazón. ¡Pero se ha acabado! ¡Para mí, está muerto! ¡Que descanse en paz en brazos de su fulana barata!
-No sé qué decirte para sacarte la amargura del corazón, mama. Oírte hablar así es muy doloroso. Piensa que pasará el tiempo y...
-¡…de cabeza a la tumba, que es donde estaré mejor!
-¡Joder mamá! ¡Ahora ya me estoy empezando a cabrear! ¡Levanta ese ánimo, mujer! Hay muchas cosas en la vida por las que vale la pena vivir y que no tienen dos patas y llevan pantalones. Ven conmigo. ¡Salgamos ahora mismo de esta casa! Vamos a pasear por la calle. ¿No necesitas comprar algo de ropa de verano? ¿O zapatos? ¡Vamos a olvidarnos de los hombres y de su imperfección congénita que tantos dolores de cabeza nos provoca!
-¡Caramba hija! Tenías que haber estudiado para psicóloga... o quizás montar una tienda de ropa y complementos.
-Estamos las dos juntas. He vuelto del exilio alicantino para quedarme y estoy a tu lado. Te quiero mucho y no deseo verte hundida ni a causa de un hombre ni a causa de un regimiento. Ahora mismo me harás caso, te pondrás bien guapa y saldrás de esta casa llena de aire viciado para descubrir el mundo que nos espera ahí afuera. Un mundo nuevo que nunca hemos visto...
-¡Hija! ¡Que estamos en Barcelona! ¡Ya me la conozco de cabo a rabo!
-¡No, mamá! Ven conmigo y verás como queda mucho por descubrir y disfrutar.
-Definitivamente eres una hija maravillosa, querida Consuelo. Sí, vendré y hablaremos de todo, menos de hombres, ¡sobre todo si se llaman Manuel y usan tanga! ¡Ja ja ja!
-¡Así me gusta mama! Poniéndole una buena dosis de humor a la cuestión. ¡Ja ja ja! ¿Dices que usa tanga?
-Sí, dice él que es para aprovechar las muestras de ropa íntima femenina que no vende.
-¡Ya me parecía que no era demasiado normal! ¡Ja ja ja!
-Ya te lo digo yo: ¡nada normal! ¡Ja ja ja!


     Y efectivamente,  he conseguido sacarla de casa y hemos fundido las tarjetas de crédito en el Portal del Ángel, de tienda en tienda. Mamá ha tenido una mejora circunstancial del coraje con que enfrenta este mal momento, sin duda, pero cuando ha vuelto a pisar la casa, las sombras de la tristeza han vuelto a hacer mella en su ánimo y hemos perdido lo que habíamos ganado. No me he atrevido a preguntarle por la película de los hechos que han llevado a la ruptura de la pareja por una flagrante, parece ser, infidelidad. Cuando la vea más recuperada se lo preguntaré, si no se me adelanta ella. La verdad es que me quema la curiosidad, pero no quiero forzar las cosas y provocar que se hunda más en un pozo del que, a pesar del esfuerzo, de ella misma y del mío, todavía no ha conseguido sacar ni la cabeza. Seguiremos a su lado hasta que remonte, que lo hará. ¡Claro!




sábado, 7 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 44. LA HABITACIÓN DE LA HIJA (AÑADIDO: BACHE SENTIMENTAL EN LA MADRUGADA) (© JMPP 2013)



[44]
LA HABITACIÓN DE LA HIJA
(AÑADIDO: BACHE SENTIMENTAL EN LA MADRUGADA)

     Quedan cinco meses, aproximadamente, para el nacimiento de la pequeña Ariadna. Hay tiempo de sobra para tenerlo todo a punto, pero ahora que sabemos ya el sexo de la criatura no quiero perder tiempo y ponerme manos a la obra. Queremos que no le falte de nada cuando llegue. Sabiendo como de meticuloso es su padre y, sobre todo, conociendo a su madre, os aseguro que estará preparado hasta el último detalle. ¡Es tanta la ilusión que tenemos! Hoy mismo he ido a ver muebles para la habitación que queremos prepararle. Es pequeña comparada con las otras, pero está muy cerca de la nuestra. La idea es que en la primera época tengamos la cuna con nosotros por si me tengo que levantar a darle el pecho durante la noche. Al menos mi intención es que tome de mi leche, como hicieron Carla y Juan. No tengo ninguna duda de que es lo mejor para ella. Es un sacrificio grande para la madre, sobre todo en los primeros tiempos porque los pechos pueden herirse y hacer mucho daño como me pasó sobre todo con Carla, pero yo quiero lo mejor para mi futura hija. El sacrificio de una madre siempre vale la pena, a pesar de que haya momentos en que te sientes incomprendida por los mismos hijos. Y lo dice una mujer que ha renunciado a muchas cosas durante años por ellos y por su marido. Si habéis tenido la paciencia de leer mis escritos lo sabéis de sobras.
     Para la misión de ir de tienda de muebles en tienda de muebles he contado con la inestimable ayuda de mi madre. Quizás os pensaréis que por el hecho de ir con ella habré tenido algún problema, dada nuestra diferencia de edad y, por consiguiente, de gustos. Pues bien, tal vez sí, pero contrariamente a lo que podría parecer, ella apostaba por muebles modernos y hasta un poco extremados y yo me decantaba por un mobiliario más clásico. También ha sido una oportunidad de oro para charlar tranquilamente sobre nuestras vidas en este momento tan importante para las dos. Ella con su Manuelito, que la trata como una reina, según me ha insistido hoy, y yo con mi Benito, que no se queda tampoco corto conmigo, y la esperanza de un mañana muy feliz, a la vez que sacrificado, de la manita de la hija que llevo en las entrañas.
     Después de encargar unos muebles ni demasiado clásicos ni demasiado modernos, pero con un toque infantil clarísimo, como corresponde al caso, acabamos el encuentro yendo a comer juntitas al Puerto de Mataró. Un momento muy entrañable que hemos paladeado intensamente las dos, y no hablo sólo del magnífico rape a la plancha, que también.

-Me ha hecho una ilusión especial que sea una niña, querida. Bueno, si hubiera sido un niño, tan contenta, eh! Ya sabes lo que se dice en estas ocasiones y que no repetiré…
-¡Sí, no hace falta, abuela!
-¡Ja ja ja! ¿Quién me iba a decir que volvería a ser yaya? Incluso me hace rejuvenecer un poco, si quieres que te diga la verdad. Ahora que ya había pasado a la condición de bisabuela con Pepe y Eva, volver a ser la abuela de una hija tuya me transporta a las épocas gloriosas en que esperabas a Carla y al pobre Juanito.
-Sí, fueron unas épocas inolvidables. Ahora estoy recuperando sensaciones perdidas que pensaba que formaban ya parte de mi historia y que no volverían. Es mágico sentir que dentro de ti se está formando una vida, al tiempo que te crea una gran responsabilidad. Las mujeres somos muy afortunadas en esto, aunque también sabemos que no es gratis. A partir del momento que salen al mundo nuestros hijos están expuestos a un azar que nos puede llegar a hacer sentir muy desgraciadas...
-¡Calla, calla! No es el momento. Vive con intensidad estos instantes únicos e irrepetibles.
-Sí, irrepetible sí que lo es. No creo que nunca más me vuelva a encontrar en esta bonita situación que me ha llegado en el tiempo de descuento y estoy aprovechando cada instante con delectación. ¡Y como muchos bombones! ¡Ja ja ja!
-¡Ja ja ja! ¡Haces muy bien! Ya me gustaría también a mí...
-¿Qué te gustaría, mamá?
-¡Las dos cosas! ¡Ja ja ja!  Pero no sé si Manuel estaría por la labor de tener un hijo... ¡Lo de los bombones parece más fácil! ¡Ja ja ja!
-¿Tu embarazada? Pero mama, ¿qué te has vuelto loca?
-Pues no hace mucho una mujer mayor tuvo un hijo...
-¡Qué barbaridad! Esto es una auténtica locura, sobre todo de cara a la pobre criatura. No tendrá una madre, tendrá una abuela directamente.
-Sí, mejor me dedico a disfrutar de la vida con el Manolito. Los hijos atan mucho y yo lo que quiero es buena marcha y te aseguro que mi “jovencito” me la da y mucha. Los pañales, los biberones y las noches sin dormir mejor para vosotros los jóvenes... Los abuelos ya no tenemos suficiente gasolina para aguantar según qué cosas. Nosotros a disfrutar de los nietos con cuenta gotas, eh! Demasiada dosis de nietos puede ser perjudicial para la salud. ¡Ja ja ja!
-¡Ja ja ja! ¡Eres genial, mamá!

     Tengo que cuidar mucho de esta mujer, dentro de mis posibilidades, para que me dure muchos años. ¡La quiero con locura! Me ha dado tanto en esta vida sin pedirme nada a cambio. ¡Qué grandes son las madres! Bueno, quizás no todas, pero la mía es única.


    [Dejadme añadir, en estas horas de insomnio en medio de la madrugada, unas palabras atormentadas a este episodio que había cerrado con alegría esta tarde. Y es que acabo de hablar con mi madre por teléfono. Nos ha despertado al poco rato de agarrar el sueño. La verdad es que mi corazón se ha puesto a cien por hora cuando la he oído. Me he temido lo peor, sinceramente. Afortunadamente no me ha comunicado ninguna desgracia irreparable, aunque estaba muy excitada y necesitaba que alguien la escuchara. Lo que me ha dado a conocer me ha disgustado profundamente porque para ella significa un descalabro sentimental muy profundo, si se confirman sus temores. Y es que entre llantos y palabras entrecortadas me ha dicho que posee claros indicios que Manuel tiene una amante. Terrible novedad que me ha dejado muy tocada, sobre todo porque hoy habíamos compartido una jornada festiva en la que ambas habíamos sacado pecho, una vez más, hablando de nuestros hombres supuestamente excepcionales. Quizás no deberíamos hacerlo con tanta alegría. Al fin y al cabo son personas y, como tales, susceptibles de caer en debilidades inoportunas y dolorosas para terceras personas. ¡No hay que olvidarlo nunca! Bueno, ahora me voy a intentar dormir. Escribir me relaja, pero ahora mismo siento mucha pena por mamá. ¡No lo puedo evitar! Mañana iré a visitarla y hablaré largo y tendido con ella. Veremos qué ha pasado exactamente, pero la cosa no pinta demasiado bien, la verdad. Parece que el muestrario de ropa íntima femenina se le ha acabado yendo de las manos. ¡Pobre mamá! ‘¡Tengo que cuidar mucho de ella! Os lo decía esta tarde y ahora, desgraciadamente, toma más sentido i vigencia que nunca.


Gary Moore Live Blues Ballads And Blues 2002

GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM


GAVIOTAS [2] [ESP] 
(E-BOOK DE FOTOS) 
 GRATUITO HASTA EL 8 DE DICIEMBRE

EN AMAZON.ES
EN AMAZON.COM
EN AMAZON.DE